Crónica del Año 15 de la Era Buzzerbeatiana – 13ª semana (3ª y última parte)
En el momento en que el Emperador dió la señal, el silencio que invadia el Coliseum fue sustituido por el griterío ensordecedor del público que animaba a los gladiadores y el ruido procedente de la arena de los incesantes combates que se iban produciendo. Hispanos y romanos estaban luchando por llevarse el honor de ser los mejores en estos Juegos, sin lugar a dudas, los mejores y más espectaculares juegos que Roma había visto nunca. Era la final soñada por el emperador. Sus leales legionarios, contra los arrogantes hispanos que habían tenido la osadía de ser los únicos en derrotarlos a lo largo de estos casi cuatro meses de torneo. Pero sin embargo el semblante del Emperador era de profunda preocupación. Había reconocido en el líder de los hispanos a un viejo camarada, un general con el que había compartido, en sus tiempos de militar, muchas batallas y victorias, pero en el momento en que se enteró que era el favorito del Senado para sustituir al emperador cuando falleciese, decidió traicionarlo y lo mandó matar. Y así pensó que había ocurrido hasta que antes de salir a la arena lo había reconocido. "Si pierde ya me encargaré yo de que no llegue vivo a Hispania, pero si gana ..., no puede ganar con Turbato enfrente", pensaba el emperador. Y parecía que tenía razón el inicio del combate aunque equilibrado se iba inclinando poco a poco hacía los romanos gracias a un Turbato que parecía invencible, acompañado de un incomensurble Spedaliere..
Ya habían pasado casi dos horas desde que comenzara el combate, todo estaba a punto de concluir pero no se vislumbraba quien podía llevarse la victoria. Turbato seguía liderando a los italianos, aunque Spedaliere se había tenido que retirar dolido de un fuerte golpe recibido, pero por parte de los hispanos, la experiencia de hombres como Campaspero, Zuya o Betanzos se antojaba decisiva en esos instantes, además del gran esfuerzo que estaba haciendo Orozco León. Una nube ocultó el sol que durante todo el tiempo había estado presidiendo el combate y para mucho fue el presagió de lo que ocurrió en ese momento. Biondi falló en su ataque, Turbato cansado empezó a ceder y los hispanos consiguieron abrir una brecha definitiva en la defensa romana. La derrota se había consumado. El emperador se puso en pie desesperado mientras gritaba: "No puede ser, no puede ser. Guardia que no salgan vivos de aquí". Pero mientras la guardia pretoriana del emperador tomaba posiciones para atacar a los hispanos, empezaron a saltar decenas de hombres a la arena portando espadas. Lizaranzu reconoció a muchos de ellos. Eran muchos de los antiguos soldados que habían servido a sus órdenes. Todo apuntaba a que podía haber un importante derramamiento de sangre en la arena del Coliseum. El silencio se había adueñado de la escena. Lizaranzu, dando un paso al frente se dirigió al emperador: "Reconoce tu derrota y tu traición a Roma". "Nunca, me has oido, nunca. Guardía que no quede uno ...", pero no fue capaz de acabar la frase. Varios de los generales que le acompañaban en el palco de honor se habían acercado al emperador a protegerlo al ver a todos los hombres armados que habían bajado a la arena, pero en el jaleo una mano furtiva le clavó un puñal en el costado. No tardaron en aparecer un par de puñales más que acabaron con la vida del emperador. El tirano acababa de morir.
Last edited by litur at 4/25/2011 6:27:21 PM
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